Todos
los libros, artículos, programas de televisión, etcétera, que existen
sobre el arte de ser buenos padres, intentan dar la receta mágica para
ser los mejores en este campo, sin
embargo, hay una frase por ahí que dice “Mucha madre es poca madre”,
que tiene todo de cierto para la psicología.
Tomemos,
para este artículo, el concepto acuñado por el pediatra, psiquiatra y
psicoanalista Donald Winnicott, una madre “lo suficientemente buena” es
la que va a promover en el niño
el desarrollo de su verdadero yo, de su independencia y esto se logra a
partir de la “frustración”, permitiéndoles que se frustren para que
entren en contacto con la realidad y pierdan su sentido de omnipotencia.
El autor de este concepto, menciona que el
bebé, al nacer, es totalmente dependiente de la madre, cree que es uno
solo con ella, claro que es tarea de los padres brindarles seguridad y
amor, pero también ayudarlos a “desilusionarse” gradualmente para que
vayan comprendiendo que deben enfrentarse al
mundo.
En
la teoría suena muy fácil decir que solo se debe dar a los hijos lo
necesario, pero ante la vulnerabilidad que ellos proyectan, es
inevitable generar un apego de excesiva protección.
Ahí
tenemos la problemática que surge cuando los niños deben ir al
preescolar a la edad de 2 años y medio o 3 años. Aquellos que han estado
en guardería, el momento resulta familiar,
se adaptan fácilmente, pero, quienes han estado con la mamá o con algún
familiar son los que regularmente presentan problemas para adaptarse,
tanto ellos como los padres reflejan angustia y ansiedad de separación.
Este gran cambio es solo el principio, después
vendrán las salidas con los compañeros, las fiestas, las citas
amorosas, es inevitable. Si bien nadie nace sabiendo ser padre, debemos
tener claro lo importante que es que, como seres individuales “dejar
ser” es el ingrediente primordial que ayudará a enfrentar
el ver crecer a los hijos.
El
primer día del preescolar se puede enfrentar, explicando a los niños el
motivo de la separación, así como el beneficio que van a obtener con
esta nueva experiencia escolar, y lo más
importante: convencerse a sí mismo de lo que se les explica a ellos,
transmitiendo siempre la seguridad de que todo “estará bien”.
Acompañar a los hijos en este gran día es una de tantas tareas de ser padres con calidad.
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Mónica Roldán
Estudiante de 6° semestre de psicología monnroldan@gmail.com