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lunes, 21 de agosto de 2017

¿Cuál es la verdadera confianza en las elecciones?


Por Alfredo Araico

Uno piensa que vive en un país de instituciones y que éstas sirven para consolidar los objetivos que se ha fijado un país como el nuestro, que vive bajo el sistema de una democracia.

Es decir, un gobierno del pueblo para el pueblo, pero que lejos está la realidad de los ideales, de la utopía irrealizable.

Y para muestra un mega botón, la elección del Estado de México, en la que vimos como el grupo Atlacomulco, nacido para transar como lo definió en su portada la revista Proceso, hizo y deshizo a su pleno antojo.

Ante la complacencia del INE y del mismo López Obrador, a quién ya nadie le cree esa carita de inconformidad con los resultados, que más bien raya en un cinismo sin límite.
Porque no es posible, aunque así fue, que cientos de camiones, llenos de priistas de cientos de comunidades de otros Estados, cercanos al Estado de México, hayan llegado a votar en un Estado que simplemente no es el suyo.

Y así fue, como se subían a un camión 60 priístas convencidísimos de la urgente necesidad de salvar a su partido de una gran debacle, que, si bien López Obrador hubiera querido, en primer orden hubiera hecho alianza con Padierna, Bejarano y el senador Barbosa, no hubiera existido poder sobre la tierra, que hubiera impedido la victoria de Delfina, como candidata de Morena, a gobernadora del Estado de México.

Ya que es risible que Del Mazo Jr. Quién no es ni el pálido reflejo de su señor padre, que, en su momento, peleó la candidatura a Salinas de Gortari y que el Vampiro de Dublín, leal a sus estrategias, sacó de la jugada.

Pero ante este despliegue de dinero, de recursos, de control de una elección de Estado, López Obrador se haya quedado como verdadero Peje, cocido por las brasas de un grupo Atlacomulco, que demostró que nunca dejará que el tabasqueño llegue a la Presidencia, el año próximo, ni en ese, ni en ningún otro, es decir nunca, no en balde el acercamiento de Bartlett Díaz con su paisano, al que simplemente convención de que no vale la pena ser virgen ni mártir, sino que es mucho mejor, no Peje, vivir a costillas de la explotación que hace a diario el “líder moral” de morena, sobre sus alcaldes, diputados locales y federales, de las quincenas o cuotas que se ven obligados de entregar a este nuevo falso Mesías y profeta de la política nacional, como para vomitarse, ¿no?, o tu sabes, en donde está tu credencial de elector en este momento, en tu bolsillo, o quizá en una operación tamal o en un ratón loco, brilla en ti diamante loco, decía el Pink Floyd de las épocas de Syd Barrett… saludos…

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